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Con esta entrada inicio una serie sobre el proceso de producción de mi novela Fantasía y fuga y su transición de un manuscrito de solo texto a un libro enriquecido con audio y video.
Nunca me había planteado la posibilidad de hacer un libro electrónico hasta que asistí a la conferencia de Vicente Luis Mora en Berna sobre las nuevas formas de contar historias. Descubrir la capacidad de las publicaciones digitales para potenciar la experiencia estética me hizo considerar la posibilidad de rescatar mi novela Fantasía y fuga, culminada en el año 2006. Después de ella, escribí otras tres novelas (todas inéditas hasta ahora), que me gustan más y están más cercanas a mis búsquedas e intereses actuales.

Recuadro de reproducción en la primera versión PDF de Fantasía y fuga, editada con Adobe Acrobat Pro
Fantasía y fuga ha pretendido ser una novela como un concierto, con diferentes piezas y voces, que justifican los frecuentes cambios de perspectiva dentro de la narración; por eso, me pareció que debía tener música de verdad. Programas como Adobe Acrobat permiten la inserción de audio en un PDF desde hace tiempo. Pero primero necesitaba saber si podía conseguir la música.
Cada uno de los capítulos tiene un título relacionado con una pieza de música clásica y hay otras mencionadas a lo largo del texto, puesto que forman parte del repertorio del pianista polaco Witold Zlotowski o del austríaco Rolf Schneider, y son interpretadas en el Festival de Música de Londrina, en el Teatro Baralt o en el Centro de Bellas Artes de Maracaibo. Entonces, tenía que buscar un archivo de audio para que representara cada capítulo y se reprodujera durante la lectura.
Las primeras preguntas que me hice fueron: ¿Se puede conseguir música libre de derechos para su uso en un producto comercial? ¿Se pueden comprar licencias con ese propósito sin arruinarme en el proceso? La respuesta fue afirmativa a ambas preguntas.
En cuanto al ámbito legal había que tomar en cuenta lo siguiente: los derechos de los compositores vencen aproximadamente 70 años después de su muerte (dependiendo de las leyes de cada país), lo que involucra a todos los clásicos, pero siguen quedando los derechos de los intérpretes de la música (como los pianistas y las orquestas), y de las compañías que producen discos o CDs, así que yo no tenía libertad para usar lo que quisiera.

En este CD grabé las piezas más importantes de Fantasía y fuga, a la que me refería coloquialmente como «el concierto»
Mientras escribía Fantasía y fuga, escuchaba muchas de las piezas desde la página Classical Archives, que dispone de una gran colección de música clásica; pero en sus términos de uso estaba muy claro que sus archivos de audio no podían emplearse para fines comerciales. Seguí buscando, siempre con mucho cuidado de que fuera algo libre de derechos, no necesariamente gratis. En redes como SoundCloud se comparten archivos de sonido sin costo alguno, pero estos muchas veces son tomados de CDs comerciales y el hecho de que alguien los subiera no quería decir que yo pudiera disponer de ellos como me pareciera.
Por fin, di con Musopen, un portal dedicado a ofrecer música clásica gratuita y libre de derechos. En su colección encontré casi todas las piezas que necesitaba: la Sinfonía 40 en sol menor de Mozart, los nocturnos del opus 9 n.º 1 y n.º 2 de Chopin, el tercer movimiento de la sonata para piano n.º 7 de Prokofiev, entre otras.
Para promocionar mi proyecto decidí hacer una prueba con Adobe Acrobat: el primer capítulo de Fantasía y fuga llevaba añadido el primer movimiento de la Sinfonía 40 de Mozart y el segundo, la Polonesa fantasía de Chopin, tomada de otra página que decía poner a disposición licencias musicales. Las reacciones de mis lectores beta ante la originalidad de la propuesta y la experiencia de leer y escuchar la música al mismo tiempo fueron positivas y me animaron a llevar adelante mi proyecto de libro enriquecido. El único problema era que la Polonesa fantasía podía extenderse más allá de la lectura del capítulo, dependiendo de la velocidad del lector. Esto no importaba tanto porque el siguiente capítulo no contenía música y aquí pasamos al punto de por qué en unos capítulos hay música y en otros no.
Los derechos de los compositores latinoamericanos siguen vigentes: Ástor Piazzolla, Heitor Villa-Lobos y los autores de las canciones mencionadas en el capítulo “Aniversario musical en Perú” murieron hace menos de 70 años. Con los derechos de Heitor Villa-Lobos, por lo que leí, hay además un lío legal, ya que la titularidad se la reparten los herederos de su viuda y la Academia Brasileira de Música, fundada por el mismo Villa-Lobos. Eso quiere decir que definitivamente no podía usar sus piezas. ¿Entonces qué hacía? ¿Abstenerme de esa música? Para colmo, las Bachianas brasileiras juegan un rol importante en la trama, tanto así que ese fue el título original de la novela. ¿Se iba a ir el proyecto por la borda gracias a la no disponibilidad de las Bachianas? ¿Podría traicionar mi propio concepto y sacar a Villa-Lobos, quizás hasta al mismo Brasil, de la novela y usar como pieza emblemática otra que sí estuviera en Musopen, como por ejemplo la que titula la novela? Las Bachianas brasileiras se relacionan con J. S. Bach, así que tan alejada del concepto no hubiera estado, aunque la música es bien distinta.
Entonces, tuve la idea de los videos. El espíritu de las Bachianas brasileiras sí se mantendría, aunque faltase la música. Estaría en las partituras abandonadas, en el piano vacío del teatro, en las líneas repetidas del inicio de una novela. Por eso, los videos son mudos y cada vez que uno aparece marca la ausencia de una pieza. Era como escribir los silencios en la partitura de mi concierto.
A pesar de esta solución, me vi obligada a hacer algún que otro cambio en el programa musical. Otra pieza larga que se superponía a la del capítulo siguiente me llevó a fusionar dos capítulos. Al principio, mi trío de piano, violín y violonchelo era el n.º 1, opus 8, de Brahms y no el n.º 1, opus 99, de Schubert. Escuché otros tríos, pero no armonizaban con el tono del texto. Originalmente, el trío completo de Brahms aparecía a lo largo de cuatro capítulos, cada uno en representación de un movimiento. Cuando cambié al de Schubert, tuve que modificar partes del texto para una mejor integración de la pieza. Alguna que otra vez me decidí a usar música que no se mencionaba en los capítulos, lo cual está hecho con toda intención.
Al final me quedaban tres piezas por las que tenía que pagar: el “Acuario” de El carnaval de los animales de Saint-Saëns, la Barcarola y la Polonesa fantasía de Chopin, cada una ofrecida en una página distinta. Me dirigí a cada compañía para aclarar los términos de la licencia y saber cuál me tocaba adquirir, dado que la información se basaba en el uso para videos de YouTube, medios audiovisuales y CDs comerciales. La compañía que regulaba los derechos de la polonesa nunca me contestó, así que se me presentaba un nuevo problema.
Llegada a este punto me tocaba adquirir dos licencias y ver qué hacía con la polonesa. Como en ese momento mi blog era Helvetia Hispánica y yo aún tenía la idea de organizar una presentación de la novela con concierto, me pareció que la ocasión se prestaba de maravilla para buscar a un pianista, integrarlo en el proyecto, ofrecerle la oportunidad de promocionar su propia interpretación a través de mi blog y de la novela, e invitarlo a tocar el piano en la presentación del libro.
Logré ubicar a una persona que había interpretado música de Chopin y, cuando le hablé del proyecto, de la posibilidad de colaborar y la promoción que le ofrecía (aparte de los honorarios para aquel futuro concierto), me dijo que sí a todo, pero me pidió esperar a una grabación que iba a hacer pronto con miras a un CD. Esto parecía casi una conjunción astral, demasiado bueno para ser verdad. No obstante, había algo que me intranquilizaba: la persona no preguntaba absolutamente nada de mi novela, ni mostró el menor interés en leerla. Le envié la dirección de mi blog para que se suscribiera y revisara los espacios de publicidad, y nunca lo hizo. ¿No era esa una actitud muy rara? De inmediato, sospeché que esa colaboración artística no iba a funcionar y me puse a trabajar en mi plan B.
La Polonesa fantasía era imposible de conseguir y me tocaba sustituirla por otra pieza de Chopin, que concordara con el tema del capítulo y creara contraste con la melancolía de los nocturnos. Buscando y escuchando llegué a la Fantasía impromptu en do sostenido menor, que por cierto conocía de antes y no sé por qué tardé tanto en considerarla como alternativa. Su inicio evocaba el de mi segundo capítulo: “Sus anillos de matrimonio chocaron cuando se tomaron de la mano derecha”. Me comuniqué con Premiumbeat.com, la empresa canadiense que vendía la licencia, y aclaré los términos con ellos. Al escucharla durante la lectura de mi capítulo, la Fantasía impromptu me gustaba mucho: era más corta que la polonesa (así que no iba a extenderse hasta el tercer capítulo), más impetuosa, con una pasión inicial que parece quedarse sin aliento y luego vuelve a encenderse.
Mientras tanto, la persona que había contactado para el proyecto me dio largas dos veces, alegando que aun no contaba con las grabaciones. El tiempo apremiaba, yo estaba muy tentada a comprar esas tres licencias e iniciar la edición del libro enriquecido de inmediato. Pero pensé que en este medio artístico, donde es tan difícil promocionarse, debía darle preferencia a una colaboración de la que dos personas pudiéramos beneficiarnos mutuamente y unir esfuerzos para alcanzar un público mayor. Hasta que por fin llegó el sablazo que mi intuición preveía desde el principio…
Cuando las grabaciones (que nunca llegué a escuchar) supuestamente estuvieron listas, la persona pretendió vendérmelas en unas condiciones que nunca se habían conversado y resultaban poco ventajosas para mí. Cuando le dije que no estaba dispuesta a aceptarlas, me quiso convencer de que el precio era una ganga y yo no conseguiría una oferta mejor. En realidad, sus licencias eran mucho más costosas que las que había ubicado previamente, lo cual quería decir una de dos cosas: o la persona desconocía el manejo de las licencias musicales en su propio medio (muy malo para ella), o pretendía estafarme y sacar tajada a mi costa. Eso quebró definitivamente mi confianza y decidí no trabajar con esa persona. Si el punto de toda la cuestión era comprar un producto y no había valor añadido con la colaboración (ni siquiera ganar a un lector para Fantasía y fuga), prefería pagar a las compañías dedicadas a la venta de licencias, que me daban los archivos de audio en segundos, con términos totalmente claros e interacciones que quedaban por escrito.
En líneas generales, casi ninguna colaboración artística con otros hispanohablantes ha cuajado desde que vivo en Suiza. Notar el escaso apoyo dentro de este ámbito cultural fue una de las razones que me hizo abandonar el proyecto de Helvetia Hispánica en febrero de este año. Y después la gente se pregunta por qué tantas iniciativas culturales se extinguen. Se lo atribuyen a la falta de dinero cuando el mayor problema es la falta de cooperación.
Por fin, la música bellísima que obtuve a través de Musopen y las compañías que me vendieron las licencias me hizo olvidar aquel inconveniente y mantener mi entusiasmo vivo para emprender la siguiente parte de la producción de mi libro enriquecido: los videos.

En la versión PDF que está a la venta, las notas de cada pieza musical se convierten en un reproductor al abrir la página
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Te soy sincera si te digo que no me imagino leer un libro escuchando música. Tengo que leer en el más absoluto silencio pero cuentas unas cosas… me pica la curiosidad! en cuanto me ponga al día con tres novelas que tengo compradas y todavía no he leído voy a por la tuya! Ten paciencia conmigo y te contaré mi opinión.
Como siempre tus artículos son geniales y de gran interés además de generosos al compartir con nosotros tus experiencias! Gracias y muchos besos!
Hola, Mariasther. Gracias por tu comentario y tu sinceridad. Estoy consciente de que esta clase de libro es inusual, aun dentro de los electrónicos. De todos modos, se puede escuchar la música mientras se lee o apagarla por medio del botón de reproducción al inicio del capítulo. El lector no está forzado a escuchar la música si no quiere, pero el material está al alcance. Puedes leer los dos primeros capítulos, si lo deseas, para ver cómo funciona el procedimiento. Se pueden descargar en la página de Fantasía y fuga.
Por supuesto, me interesa mucho tu opinión, venga cuando venga. Mientras tanto, sigo compartiendo mis experiencias y me agrada saber que despiertan curiosidad. Gracias de nuevo y muchos besos para ti también.
No me esperaba menos tuyo vale, después de el mito de la segunda parte, esta secuencia de historia, en donde planteas todo el proceso de creación. En sí es un gran aporte para los creadores (sobre todo los noveles). Te seguiré en esa historia de amor y desamor. Besos y muchos abrazos amiga.
Mil gracias por tu comentario, Donaldo. El proceso de creación de esta novela fue mucho más complejo que el de El mito de la segunda parte y, como los libros electrónicos enriquecidos no son aún tan comunes, he querido compartir todo el trabajo que implican y lo que hay que tomar en consideración para producirlos. Con lo que cuento, quizás no muchos creadores se animen ;-). De todos modos, yo sí estoy satisfecha con la experiencia.
Me alegra saber que me seguirás también en esta historia. Besos y abrazos igualmente para ti.
Me ha encantado la propuesta de libro enriquecido que haces y también la forma en la que vas contando el proceso de introducción de piezas y adquisición de licencias. Si no recuerdo mal Laura Esquivel hizo algo similar (pero con cd en su momento) para «La ley del amor». Comparto tu experiencia porque creo que puede ser muy útil para otros. A mí me ha parecido inspiradora y tentadora. Un abrazo
Hola, Anabel. En efecto, Laura Esquivel publicó esa novela con un CD que debía escucharse mientras se observaban (creo que no tenían texto) secuencias de cómics dentro del libro. No sé si La ley del amor ha sido reeditada en versión digital, pero me la imagino muy bien como libro enriquecido.
Me da gusto conocer tu opinión sobre mi experiencia con Fantasía y fuga. ¡Gracias por compartir y comentar!