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Hoy en día parece que hay retos para escritores por todos lados: NaNoWriMo, Camp NaNoWriMo, escribir 10 000 palabras en un día, crear un relato por semana, publicar una entrada de blog a diario. A estos se les suman los llamados retos de lectura.
Los retos de lectura son propuestas con límite temporal en torno a la cantidad y el tipo de libro que se debe leer. «Tipo» puede incluir género, época en que fue escrito, tema, situación, espacio, técnicas narrativas, características del autor (sexo, país de origen, lengua), condiciones de publicación (autopublicado, premiado, de editorial independiente). Los más básicos, como el de Goodreads, establecen un número. Los más complejos se formulan como una lista de requisitos. Algunos apelan a lo personal. Te impulsan a buscar el favorito de un ser querido, uno que hayas abandonado o que hayas leído en el colegio. No faltan criterios extraliterarios, como el color de la portada o el precio.
Por lo general, los retos son bastante flexibles. Algunos se han convertido en clásicos de Año Nuevo o se proponen en épocas específicas (como el verano), pero nada impide emprenderlos en cualquier momento. Hoy es el Día del Libro. Como los eventos culturales están frenados, ¿por qué no celebrar con la lectura? Estos tiempos del coronavirus, al obligarnos al aislamiento, resultan propicios para volcarse a las actividades intelectuales que requieren concentración. Si ahora estás más libre, podrías sumarte a algún reto y ponerte al día, o revisar entre los actuales cuántos libros que has leído en estos meses se adaptan a los distintos criterios.
También es posible establecer retos secundarios o compaginar más de uno. Por ejemplo, cuando participé en el de Sinjania en 2017, me impuse como reto personal que de esos 50 libros al menos 10 tendrían el alemán como lengua original, lo cual cumplí.
Esta dinámica me trae recuerdos de los buenos tiempos cuando estudiaba Letras en la universidad. Teníamos un profesor que impartía los seminarios de Literatura occidental y Corrientes literarias. Su método era siempre el mismo: nos daba una larga lista de títulos; de allí, teníamos que elegir 50 libros y exponerlos en clase a lo largo del semestre. Algunos de esos libros eran obligatorios (como La montaña mágica, de Thomas Mann, y el Ulises, de James Joyce); al mismo tiempo, cursábamos otros seminarios donde nos enfrentábamos al análisis de libros más o menos complejos… Al final, nadie llegaba a 50. Si mal no recuerdo, mi récord fue de 36. Aunque era fascinante descubrir tantos libros en tan poco tiempo, uno tendía a seleccionar lo breve (mucho teatro y poesía) para aspirar a cumplir las exigencias del profesor.
Aquí desembocamos en los peligros del reto: este se desvirtúa cuando dejamos de leer lo que nos interesa para adaptarnos a lo establecido por una tercera persona o cuando deliberadamente buscamos libros de pocas páginas solo para marcar un ítem de la lista. Por otra parte, no podemos vivir «retándonos» todo el tiempo. Es más importante crear hábitos duraderos que saltar de maratón en maratón. ¿De qué sirve sentirnos vencedores de un reto si después caemos en el extremo contrario?
Sin embargo, sigo pensando que los retos de lectura pueden aportarle mucho a un escritor si sabe qué esperar y qué sacar de ellos.
¿Para qué participar en retos de lectura?
- Leer más. La lectura es el principal alimento para un escritor. Nada nos nutre más que enfrentarnos a libros de calidad. Además, se supone que la necesidad de escribir surge del interés en despertar en otros lo que la lectura nos ha generado.
- Conocer nuevos autores. En todos los tiempos y todos los lugares ha habido gente impulsada a crear historias, a jugar con las palabras, a compartir sus conocimientos y reflexionar sobre el mundo. Podemos sentirnos influenciados, identificados o emocionados por lo que han escrito personas que nunca veremos, nacidas y fallecidas mucho antes que nosotros, en países donde no hemos estado, provenientes de culturas disímiles o afines a la nuestra. Cuando busqué autores asiáticos para el reto de Sinjania, di con Un buen partido, de Vikram Seth, y fue uno de los mejores descubrimientos de ese año. Quedé asombrada, también, de mi desconocimiento de los escritores de Oceanía.
- Salir de la zona de confort. Este se ha convertido en uno de los criterios más populares para los retos: elegir géneros que no sueles leer, clásicos, libros de épocas o países desconocidos, para un rango de edad distinto al tuyo, muy extensos, alguno que no te haya gustado en el colegio o que hayas abandonado. El punto consiste en descubrir nuevas lecturas, a las que no llegarías por ti mismo.
- Ampliar horizontes metaliterarios. Imagina esta situación: tú escribes novelas de fantasía. Como te has informado sobre marketing para escritores, has identificado tu lector ideal o público objetivo, sigues blogs del género, te has apuntado a listas como la de Lo extraño y lo maravilloso, escribes sobre libros de fantasía en tu propio blog. Conoces la importancia de focalizarte lo más posible en un ámbito tan amplio y te has decantado por la fantasía épica. De pronto, te das cuenta de que no sales de Tolkien, Canción de hielo y fuego, y los títulos en boga. Tu mente se ha saturado, recuerdas con nostalgia que antes leías «de todo» y encima no vendes tanto como esperabas. Otros géneros ayudan a cambiar de perspectiva y a enriquecer nuestra comprensión del que cultivamos.
- Investigar más sobre libros. Me causó gracia durante el reto de Sinjania elegir un libro publicado en el año de mi nacimiento. Entre mis opciones tenía El nombre de la rosa, La conjura de los necios y Queremos tanto a Glenda. No sabía que esos libros habían sido publicados cuando yo nací, ni siquiera el de Cortázar, que forma parte de los Cuentos completos fotografiados para esta entrada. Al fin, para ese rubro me decidí por Der Vater eines Mörders, de Alfred Andersch. Por otra parte, las divisiones por décadas, de 1900 a 1949, me permitieron recordar la historia literaria de la primera mitad del siglo XX.
- Crear conciencia sobre los hábitos de lectura. Si no llevas un registro de lo que lees, ya sea en Goodreads, un diario o unas notas, probablemente no sepas cuántos libros terminas en un año ni puedas responder con certeza preguntas sobre sus géneros, el origen de tus decisiones, tu tasa de abandono, el lugar de la lectura dentro de tu cotidianidad. Toda esta reflexión nos permite buscar mejores vías para sacar provecho y disfrutar de los libros.
- Avivar la pasión por la lectura. Algunos años he quedado insatisfecha como lectora. He sentido que no me gustaba casi nada de lo que estaba leyendo. Cuando un libro no me atrapa, pero tampoco me disgusta tanto como para descartarlo, pasa meses en mi mesa de noche. Leo un par de páginas, avanzo con extrema lentitud y lo dejo por un tiempo apenas encuentro otro que me entusiasme. Cuando eso me pasa con unos cuantos libros, termino leyendo menos. Por esa razón me apunté al reto de Sinjania en 2017 (que en sentido estricto no cumplí porque me faltó terminar el libro del ganador del Premio Princesa de Asturias de las Letras: Eternal Enemies: Poems, de Adam Zagajewski). Dado que un reto nos motiva a buscar diferentes libros, es imposible no dar con aquellos que nos recuerdan por qué nos gusta leer.
- Compartir con otros lectores. El aspecto social no es inherente al reto. Algunos blogs que los proponen, como Librópatas, tienen un grupo de Facebook. Otros piden que los participantes se apunten en los comentarios de la entrada o usen un determinado hashtag de Twitter. Resulta interesante ver cómo distintas personas asumen el reto y por cuáles libros se deciden. Si registras tus progresos en Goodreads, te enteras de lo que otros piensan sobre lo que estás leyendo. Cada vez hay más usuarios de Instagram que muestran fotografías de sus libros con el hashtag #bookstagram y otros afines.
¿Dónde se consiguen retos de lectura?
- Goodreads. Cada usuario puede seleccionar al principio del año cuántos libros quiere leer (en el llamado reading challenge) y cualquiera que se asome a nuestro perfil verá qué tal vamos. Este reto, basado exclusivamente en la cantidad, tiene la ventaja de su personalización y de que aprovecha esta misma red social para buscar y compartir lo que vamos a leer.
- Blogs de reseñas. Algunos arman su lista antes de comenzar el año, y se asocian con otros blogs de reseñas para apoyar o seguir el reto. Tenemos, por ejemplo, el reto genérico y 25 españoles de Libros que hay que leer, Serendipia recomienda de Mónica Gutiérrez Artero, Todos los clásicos grandes y pequeños, de Las Inquilinas de Netherfield y Autores de la A a la Z de Lecturápolis. Si sigues algunos de estos blogs, encontrarás propuestas temáticas por mes: amor en febrero, thriller en agosto y novela autopublicada en octubre.
- Sinjania ha publicado en los últimos años un reto de cincuenta libros, cifra nada desorbitada para un escritor. Del reto de Sinjania me atrae la variedad y la flexibilidad. En ningún caso apuntó a un libro específico (razón por la que no me gustan los clubes o círculos de lectura, que encuentro restrictivos) y, cuando menciona determinados autores (Virginia Woolf, Benito Pérez Galdós, Ramón María del Valle-Inclán), estos suelen tener varios libros de donde elegir.
- Para quienes no leen tanto o no quieren comprometer su año entero, Librópatas tiene un reto (o #retópata) de veinticuatro libros, también con variedad de premisas. Me encantan propuestas como «un libro de un autor con el que compartas nombre o apellido», «un libro de un autor al que leyeses mucho en otra época de tu vida, y que sin embargo, lleves años sin leer» o «un libro escrito originalmente en una lengua minoritaria».
- Grupos de Goodreads. En ciertos grupos, como Radio Patio, proponen retos para determinadas épocas del año o períodos más breves. Una vez invitaron a una vuelta al mundo, basada en este mapamundi.
- Ámbito angloparlante. En la blogosfera de habla inglesa, hay varias páginas web que lanzan sus retos de lectura, con criterios muy diversos entre sí. Tales retos no nos obligan a leer libros originalmente escritos en inglés. Los podemos adaptar a nuestras preferencias y las lenguas que dominamos. He aquí una recopilación de retos para 2020.
Si nada de esto se ajusta a tus intereses, puedes crear tu propio reto. Esta entrada de The Curious Reader ofrece recomendaciones al respecto.
Un reto no significa lo mismo para todo el mundo. Hay personas que leen un promedio de cien libros al año, así que la cantidad en sí no supone el menor inconveniente. Por el contrario, a otras podría costarles llegar a veinticinco. Independientemente de su extensión, algunos libros son para degustar y diseccionar. Aunque se pueda, no deben leerse de un tirón. Cuando el profesor de Corrientes literarias nos asignó el Ulises de Joyce, la dificultad no era terminarse las más de seiscientas páginas de la edición de Lumen traducida por José María Valverde…
Los retos de lectura implican una dificultad, una forma de azuzarnos a hacer algo que no haríamos espontáneamente. A la vez, son una tentación, una manera de conocernos más a través de los libros que elegimos y de los que descartamos o ignoramos, una forma de explorar nuestro pasado, de monitorear nuestro presente y de planificar nuestro ocio.
¿Estás participando en algún reto de lectura? ¿Cuál es tu preferido y cómo vas? Cuéntamelo en los comentarios.
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Me ha encantado leer que has hecho uno de nuestros retos de 2017, también me sorprende en gran medida que hayas leído 10 de ellos en alemán ¡Eso sí es un desafío, te felicito! Me gustaría dejar por aquí el nuevo reto de lectura para 2021, quizá este año te interese compaginarlo con otro idioma más… Espero que te guste. ¡Un saludo!
https://www.sinjania.com/reto-de-lectura-para-2021/
Muchas gracias por el comentario. El reto de Sinjania es uno de los más interesantes. Veo que el de este año sugiere dedicarse a una tetralogía. Me gustan las propuestas que se basan en los premios, como el Nacional a la Mejor Traducción, porque permiten conocer un ámbito del que no siempre se está al tanto. Saludos.