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En persona, Vicente Luis Mora no se parece a la foto del volante con que la Universidad de Berna promocionó sus conferencias entre el 3 y el 4 de abril de 2012. Tampoco se parece al retrato de María González colocado en su blog Diario de lecturas y aún cuesta reconocerlo en la foto en blanco en negro de la solapa de su último libro El lectoespectador (Seix Barral, 2012). Pero quien haya leído este libro y haya seguido su blog, no dudaría hallarse ante el escritor y crítico literario nacido en Córdoba (1970) que ha dado mucho que leer, hablar y pensar en los últimos años.
Quien se interese por la literatura como crítico, creador, bloguero y lector y aún no conozca a Vicente Luis Mora, debería echar una mirada a sus últimos ensayos, ya que él divisa las tendencias literarias que se están abriendo paso ante el auge de las nuevas tecnologías de la información. En este sentido, la Universidad de Berna, de la mano de la profesora Bénédicte Vauthier, nos ofreció una gran oportunidad de conocer a Vicente Luis Mora y estas nuevas formas de enfrentarse a la literatura.
No era la primera vez que Vicente Luis Mora venía a Suiza a un evento similar. Ya había estado el año pasado en Lausana en el marco del Coloquio Internacional “Nueva Narrativa Española” y dice que le gusta mucho Suiza. En esta oportunidad nos presentó una conferencia con el título “Literatura para mirar: los formatos textovisuales en la nueva narrativa global”. Vicente Luis Mora, armado de presentación de PowerPoint, mini laptop y tableta, nos habló de la literatura pangeica, es decir, aquella propia del “mundo expandido, alterado por el empuje de las nuevas tecnologías” [1], al que Mora denomina Pangea. Dicha literatura incorpora los medios digitales a la narración tradicional para crear una experiencia de diálogo con las demás realidades artísticas. Mora afirma estar en contacto con el 95% de los autores que hacen este tipo de literatura y le gustaría conocer a otros más. Como crítico y creador mira este fenómeno sin la distancia que sería necesaria para quienes lo abordan en la universidad.
En tres círculos concéntricos, cuyo núcleo sería la literatura convencional (desde el punto de vista del soporte), Mora representa la distinción entre la literatura (convencional o digital) en libro, la literatura digital en la red y la hiperliteratura abierta a las nuevas formas mediales, lo cual nos remite a una expansión de la experiencia lectora. El hipertexto es un texto creado por vínculos electrónicos que son recorridos por el lector. Mora aclara que lo que Borges, Cortázar y Calvino han hecho no es hipertexto en este sentido, sino literatura referencial [2]. Por ejemplo, Cortázar en Rayuela marca el ritmo del libro. En el hipertexto, se abren posibilidades infinitas para el lector, ya que matemáticamente el hipertexto es infinito y solo está previsto por el autor en sentido abstracto.
En cuanto a los antecedentes de la “literatura para mirar”, Vicente Luis Mora nos recuerda que lo textovisual es anterior a lo textual. Pensemos en los pictogramas chinos, con siglos de antigüedad, y los códices religiosos que combinaban elementos pictográficos y textuales. La imagen ha jugado un papel importante en el Tristram Shandy de Lawrence Sterne, (como cuando se pone una página en negro como luto por la muerte de Yorick y otra en blanco para que el lector pinte el retrato de la viuda Wadman), sin olvidar los caligramas de Apollinaire.
Sin embargo, la imagen moderna (como la de Sterne) es muy diferente a la pangeica. La primera está dentro de la página; la segunda, fuera del libro. El espacio moderno es analógico, de imprenta. El pangeico es digital, diseñable, pixelado. La imagen moderna es estática; la pangeica puede ser estática o dinámica.
La literatura pangeica tiende puentes y dialoga con otras artes. En la presentación de Vicente Luis Mora vimos una disposición de mesas y sillas armada con libros, el “libro de carne” de Artur Barrio, con un filete que se pasa como página de un libro, y la novela El Gran Vidrio, del mexicano Mario Bellatin, relacionada con la obra del mismo nombre de Marcel Duchamp, donde las piezas se unen por la rotura.
Además, Vicente Luis Mora nos mostró nuevas formas mediales de contar historias. Un ejemplo lo tenemos en la revista Vis-à-vis, la primera revista española editada exclusivamente para tabletas, cuyas características de navegación son importantes para la experiencia lectora: girar la tableta para ver la contraportada, la posibilidad de que la página esté empañada como un vidrio y se pueda lustrar con los dedos. Así, se elimina la horizontalidad de la lectura. Si el lector no está involucrado, no hay lectura.
Posibilidades literarias vemos en El hacedor (de Borges), Remake, de Agustín Fernández Mallo (Alfaguara, 2011). En su capítulo Mutaciones se hace el mismo recorrido del artista Robert Smithson en Nueva Jersey, pero por medio de Google Earth. Esto marca una diferencia de mirada “muy brutal”, en palabras de Mora, ya que esta mirada de satélite es imposible para los humanos. De este modo se arma un collage que recrea la imagen fotográfica y reinterpreta el texto de Borges [3]. Otro ejemplo lo constituye Between Page and Screen, poemario de realidad aumentada, de Amaranth Borsuk y Brad Bouse, donde el libro contiene un código que solo se lee en contacto con una cámara web. Asimismo, la iniciación a la literatura infantil se puede realizar de modos que combinen diferentes medios. La misma novela Alba Cromm de Mora (Seix Barral, 2010) se complementa con dos blogs de los personajes, es decir, no todo está contenido en el libro.
¿Qué repercusión tiene todo esto para la literatura? Como dice Juan Goytisolo en su artículo “Belleza sin ley”, publicado en El País: “El valor de la actual narrativa dependerá en último extremo de la profundidad y sentido artístico de quienes la crean”. El caso es que con estas nuevas formas mediales se ha marcado un antes y después de la literatura. Vicente Luis Mora señala House of Leaves (2000), de Mark Danielewski como la novela más representativa de la estética pangeica.
Estas nuevas formas de contar historias nos muestran la necesidad de cambiar de mentalidad en cuanto al libro, a los conceptos de soporte y de biblioteca. Hasta cabría la posibilidad de abandonar el término literatura y hablar de narratividad. Para críticos y teóricos, estos planteamientos de Vicente Luis Mora invitan a reflexionar y ampliar conceptos como los de naratología, narrador y narratario. Para creadores, considerar estas nuevas posibilidades expresivas. Para lectores (o lectoespectadores), abrir los ojos a otras experiencias de lectura que cambiarán su mirada sobre el mundo o le demostrarán cómo el mundo ha cambiado ya su mirada.
___________
[1] Vicente Luis Mora: El lectoespectador. Barcelona: Seix Barral, p. 57 (cursivas en el original).
[2] Sobre los tres autores mencionados y su relación con el hipertexto, véase la ponencia de Carlos Scolari (2000) “Por un puñado de hiperlibros. Interactive fiction, narrativa y retórica hipertextual”.
[3] Este libro fue retirado del mercado a petición de los abogados de María Kodama, la viuda de Borges.
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